miércoles, 30 de enero de 2013

EL BOXEADOR ANDRES SELPA



Locuras y desventuras del "Cacique de Bragado" - 
Días atrás se cumplieron diez años del fallecimiento del hombre récord del boxeo nacional: Andrés Antonio Selpa, más conocido como “El Cacique de Bragado” (17 de enero de 1932 - 23 de enero de 2003).
Sergio Ferrer
Confeso alcohólico y cocainómano; tan polémico, audaz como desprejuiciado e impredecible, Selpa dejó una huella inconfundible en los anales del deporte argentino, tras haber encarnado una historia plagada de altibajos, sinsabores y arrebatos violentos (incluso un intento de homicidio, el de su ex esposa María Quagliaro, en 1986), que le significaron varios años de prisión y una internación por orden judicial en el Instituto Neuropsiquiátrico Borda.
Una historia no exenta de grandes triunfos y espectaculares jornadas de gloria, como las que pudo vivir contra Eduardo “Zurdo” Lausse, el único mediano criollo que puede ser ubicado a la altura o en el nivel pugilístico de Carlos Monzón y al que Andrés supo vencer en dos oportunidades. 
Cierto es que “El Loco” (como también se lo apodó a Selpa) personificó un rol muy distinto y hasta personalísimo dentro del pugilismo vernáculo. Fue todo un “trotamundos”, que además de combatir en Argentina lo hizo en Paraguay, Uruguay, Chile, Brasil, Perú, Venezuela, Curazao y Estados Unidos.
Y fue un caso singular, fundamentalmente por su papel de eterno enemigo de Lausse; sus actitudes arriba y debajo del cuadrilátero; o sus alardes y excentricidades frente a la prensa (por lo general para generar expectativa y entusiasmar a la futura “taquilla”).
Sus incontables foules, artimañas y picardías; su fortaleza física (estando en plenitud, era casi imposible noquearlo) e indiscutible competencia deportiva (fue campeón argentino y sudamericano en dos categorías, mediano y mediopesado, en tiempos en los que esas diademas tenían real importancia y no era nada fácil conquistarlas). 
Selpa encarnó como pocos el drama del hombre solo y desprotegido, que debe afrontar sus “demonios” y debilidades desde las carencias y la marginación iniciales. Pero también fue un luchador y un autodidacta del ensogado. Por eso mismo, la mejor manera que encontramos para homenajearlo es a través del repaso de los tres combates que realizó en la ciudad de Santa Fe, uno de ellos contra el propio Carlos Monzón, cuando éste todavía era una incipiente promesa.
Con Perelló y Magallanes
La primera vez que Selpa vino a combatir a la capital provincial tenía 120 combates “en el lomo” y fue para confrontar en el Pabellón de las Industrias de la Sociedad Rural con el pegador local Ramón Perelló, un tipo fuerte y aguerrido, pero inconstante, que había sido primero pupilo de Ricardo “Pepe” Minella y después de don Amílcar Brusa.
Selpa superó a Perelló por abandono en cinco asaltos. Fue el 11 de noviembre de 1960, aplicándole una dosis parecida a la del 21 de diciembre de 1957, cuando despachó a Perelló por nocáut en el mismo round en Mar del Plata. En Santa Fe, el estadio estaba lleno “de bote a bote”. Ramón salió con todo en el primer asalto y sorprendió a Selpa, a tal punto que lo tuvo a maltraer por unos cuantos segundos, tras meterle un derechazo terrible en la sien. No obstante ello, “El Cacique” empezó a trabajar a su manera y cuando empezó a calentar motores como se dice comúnmente- liquidó el pleito en forma categórica.
La segunda escala de Selpa por estos lares tuvo lugar el 1º de junio de 1962, cuando su ajetreada carrera ya marcaba 145 salidas al ruedo. Su rival, al que enfrentó en el mismo lugar en el que lidió contra Perelló, fue el flaco Ignacio Magallanes, un púgil con el que terminó perdiendo por puntos en diez vueltas. Prolijo, de buen estilo y pelear pausado, Magallanes se destacaba por su boxeo atildado y por estar siempre “bien armadito”, con la guardia atenta. El 17 de noviembre del mismo año, “El Loco” quiso tomarse desquite de él en el Luna Park de Buenos Aires, pero no pudo, puesto que Magallanes volvió a quedarse con la victoria por la vía de las tarjetas (lo mismo ocurrió en 1964, pero en Tandil).
Festival de amarres
La última pelea de Selpa en la capital santafesina, con 189 combates sobre sus espaldas, fue justamente contra “Escopeta” Monzón, también en el referido Pabellón de las Industrias. Fue el 11 de marzo de 1965. Se trataba de un choque revancha, porque “El Loco” le había arrebatado a Carlos un empate el 8 de enero en Mar del Plata, ciudad que en aquellos tiempos albergaba la temporada veraniega que programaba la empresa Luna Park. El de Santa Fe fue un combate deslucido, muy trabado y feo. Un verdadero “festival” de los amarres y los forcejeos, en el que el visitante se dedicó pura y exclusivamente a querer “ensuciar” el pleito, una receta que muchas veces le supo dar resultado, pero que en esta ocasión no le sirvió.
Los jueces en definitiva premiaron las ganas y el empeño del sanjavierino, que finalmente se llevó un veredicto a su favor, después de diez tediosos rounds. Así se cerraron las puertas de un duelo que ya no tenía razón de ser, en especial porque mientras Selpa desandaba su camino “de bajada”, Monzón empezaba a trepar la cuesta que lo llevaría poco más de cinco años más tarde a su consagración mundial. No hay que olvidarse de que esa misma temporada -la de 1965- Carlos obtendría el torneo no oficial “Cinturón Eduardo Lausse” para figuras en ascenso (el certamen había sido denominado así, justamente, en honor a ese enorme boxeador), en 1966 conseguiría el título argentino en el casillero de los 72,574 kilogramos y en 1967 el cetro subcontinental del mismo peso.

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