jueves, 12 de septiembre de 2013

LA SELECCIÓN ARGENTINA A BRASIL 2014



¿Qué mitad del vaso ganará? Ni en el Mundial del 78, ni en el del 86 Argentina tuvo el poderío ofensivo que ostenta este equipo de Sabella, que ataca y mata. Pero el esquema defensivo y algunos nombres todavía generan desconfianza.

La teoría de la manta corta es casi tan famosa como la genialidad de Lionel Messi. El líder con la pelota en los pies de un equipo que dominó las Eliminatorias suma casi un año sin derrotas oficiales, mechadas con buenos amistosos ante rivales de peso, y que en Asunción sacó pasaje al Mundial de Brasil 2014 con dos fechas de ventaja.

El notable poderío ofensivo, similar al de hace cuatro años, pero con mayor madurez y jugadores ya asentados con la Celeste y Blanca, es la punta de lanza de la esperanza  de un Maracanazo. Aquella gesta uruguaya fue la mayor del siglo 20. Y ganar en suelo enemigo la tercera Copa del Mundo sería la gloria mayor de nuestro fútbol, un sueño perfecto que ya tenemos permitido.

¿Hay sustento para imaginar con los ojos abiertos una vuelta olímpica dentro de 10 meses? De mitad de cancha hacia adelante, sobran. Atrás, la discusión no descansa. La polémica futbolera se enciende poco al pedir a Tevez, preguntarse si Lavezzi puede sostener el nivel del resto cuando entra, o si Palacio, aún sin gol, da la talla.

Pocos argumentos como para levantar la voz, o discutir un largo rato con los amigos. Para eso sólo hace falta hablar de los defensores, del esquema en la mitad de la cancha, o enumerar arqueros que nos dan mayor seguridad que Romero.

Las flaquezas argentinas en defensa tienen presente. Y memoria. Porque hace tiempo que escasean los líderes, faltan laterales, juegan nombres casi desconocidos. Porque en Sudáfrica los delanteros no pudieron hacer nada contra Alemania, que se aprovechó como lo hizo Brasil en la final de la Copa América 2007 (la última vez que arañamos un título) o Uruguay hace un par de años. Cuando Batista dijo adiós y arrancó este ciclo de Sabella que pisa firme.

Desde que tomó el mando, Pachorra arregló mucho. 
Gago-Mascherano es un dúo intocable, Di María vuela, Messi metió 20 goles en 22 partidos, el Kun e Higuaín no tienen contras.

En la mitad del vaso que aún se ve algo vacía, los resultados no deberían alarmar tanto. Pero, siempre entregados a los salvadores, los hinchas albicelestes necesitamos líderes para soñar en grande, centrales indiscutibles, jugadores que regalen confianza. Todas carencias que se agigantan por culpa de estos tiempos en los que aún los defensores con un buen semestre se marchan lejos. Entonces, conocer y ver poco y nada a los Fernández, Garay, Rojo, Basanta, Campagnaro, Coloccini y los que rayen, no ayuda. Y lo que hay en el fútbol local no impone cambios.

El fútbol se nutre de sensaciones y es ahí donde el recuerdo de Sudáfrica y la diferencia de lo que se planta en cancha arriba y abajo hace la diferencia. Porque recién el martes la defensa albiceleste recibió dos goles en un partido de Eliminatorias. Y uno lo regaló Romero. Incluso ante las potencias, en los amistosos, no se hizo casi nunca agua. Pero las dudas no desaparecen.

Lo mismo que con la manera en que se plantará ante Brasil, Italia, España u Holanda para disputar la pelota en mitad de cancha. El gran problema que no se resolvió hace tres años. Cuando se intentó cambiar golpe por golpe y nos mandaron a la lona.

Le quedan nueve meses a Sabella para conservar lo bueno y limitar lo malo. Para darle confianza a sus defensores y que ellos se la den al hincha. Para aceitar un equipo que tiene un poderío ofensivo para ser campeón del mundo. Pero que debe todavía un par de parciales para recibirse de candidato.



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